lunes, 24 de junio de 2013

Crónica de mi cotidianidad Bonaerense: El Subte ¿Nunca Más

Tengo un año viviendo en la ciudad de Buenos Aires y hoy he decidido no utilizar más nunca en mi vida el subte. 

Vengo de la ciudad de Caracas, una urbe palpitante, agitada, que te ha enseñado a estar activa, a tener una actitud alerta ante cualquier movimiento raro. Pero creo que eso aquí no funciona. En este momento cuestiono firmemente ese espíritu alerta que cultivas en la capital Venezolana, los dos robos que he tenido en el subte y las historias que me han contando lo confirman.

Ayer, camino a un seminario sobre el arte de hacer radio, llevaba mi mochila adelante, como toda una porteña. Pues en esta ciudad, al poner el pie en la escalera del subterráneo, automáticamente ciudadanos y ciudadanas colocan sus mochilas adelante y abrazan sus pertenencias con todas las fuerzas. Esta fue una de las primeras enseñanzas de mis amigos argentinos y yo la cumplo al pie de la letra.
Entro al Subte en la estación San Juan (Linea C) a las 5:30 de la tarde, hora pico. Hasta ese momento el viaje es como cualquier otro, voy parada, agarrada de uno de los tubos, con un brazo cubriendo mi mochila.

Estando cerca de mi destino (Estación Diagonal Norte) comienzo a sentir el peso de una mirada. La periferia de mi ojo ubica una sombra marrón a mi lado derecho. La mirada persiste sobre mi y comienzo a ver que esa sombra se acerca cada vez mas. De repente, un Sr. como de 50 años aproximadamente, se me para de frente y me observa fijamente. Yo medio asustada, pero también confundida, no le bajo la mirada. Fueron unos segundos raros e incómodos que terminaron cuando sentimos que el tren llegó a la estación. En ese momento el hombre se da vuelta y se mezcla entre la gente para salir. Yo también salgo, pero escaneo, de pies a cabeza, a este sujeto extraño, mientras muchas ideas viajan por mi cabeza: “Que loco este tipo”, “Por qué me habrá mirado así”, “Los Argentinos si están locos de verdad”….

Toda la ruta de salida del subte mi cabeza estaba enganchada con esa situación y mi brazo izquierdo seguía sobre mi mochila. Tomé las segundas escaleras mecánicas que te llevan justo a la calle. Mientras subía me dispongo a sacar una manzana para comerla camino a la sede del taller. En ese momento me doy cuenta que estaba abierto mi bolso. ¿Cómo? ¿Abierto? Cómo hicieron eso, si mi brazo estaba ahí, abrazando a la mochila. Pensé por unos segundos qué cosas tenía en ese bolsillo que ahora estaba abierto y vacío y solo pude decir “La concha de su hermana, su tía, su abuela y toda su generación” mientras salían unas lágrimas.

Se habían llevado mi grabador Zoom H1. Ese que había comprado con tanto esfuerzo al llegar a Buenos Aires, pues es sumamente necesario para la grabación, desde estas tierras, de nuestro programa radial “Llégate. Que aquí es la cosa” y la grabación de las notas que los corresponsales hacen desde distintos países latinoamericanos. Lloré de la rabia, lloré porque rememoré el esfuerzo que se hizo para comprar ese aparato, lloré porque caí en cuenta que en la memoria del Zoom tenía entrevistas realizadas en Nirgua – Estado Yaracuy la semana pasada, tenía audios ambientes de la ciudad para un documental que estamos haciendo, tenía grabado todos los audios del programa de radio de éste sábado, que habíamos grabado con Nahuel Ivorra – locutor argentino – horas antes del robo.

Lo más curioso es que yo me devuelvo a la estación. Había estado unos minutos afuera caminando de un lado para otro, pensando qué hacer, y decidí buscar a uno de esos policías que se la pasa en Diagonal Norte. Al llegar no estaban, así que hable con la señora de la taquilla de venta de los boletos quien me dijo “¿Pero qué te quitaron, la cartera?” – “No, un equipo electrónico de mi trabajo” - “Nooooo. Olvidate, Olvidate. No podés hacer nada.”

Salí del Subte triste, camine 6 cuadras, desde Diagonal Norte hasta mi destino. Estaba absorta, veía las caras de quienes me rodeaba, cualquiera podía haber sido, cualquiera tenía en ese momento mi micrófono Zoom, el que estaba al lado podía tener mis pertenencias y nunca lo sabría. Llegué a mi taller y lamentablemente no tenía grabador para registrar el encuentro.

Reflexionando anoche sobre nuestra perdida entendimos varias cosas. La primera de ellas es que el Sr. que me retó con la mirada era una vulgar distracción, para que mis sentidos estuvieran alertas, pero hacia una dirección diferente. Entendí que estamos “fritos” como dicen en Venezuela o “Al Horno” como dicen aquí en Argentina, pues nos acabamos de quedar sin instrumento de trabajo para seguir grabando el programa de radio. Por último me di cuenta que para entender la “lógica carterista” de esta ciudad hace falta un postgrado, pues son unos artistas, artistas de lo sigiloso, de lo imperceptible.

Por eso hoy he decidido no utilizar más nunca en mi vida el subte, pues mi ladrón no tiene rostro, mi robo no tiene un momento claro, no entiendo el modo operandi de los carteristas Bonaerenses.

A partir de hoy emprenderemos una jornada de búsqueda de fondos, donaciones y apoyos, para lograr recuperar este equipo que hace posible la construcción colectiva del programa de radio “Llégate. Que aquí es la cosa”

domingo, 5 de mayo de 2013

La Juventud Latinoamericana se empodera de la radio para generar integración en la región

Creemos en los sueños y en las alianzas que se generan en el camino.

Hace más de un año un grupo de jóvenes venezolanos se juntaron a pensar cómo utilizar la magia y el potencial de la radio para contar las historias que en silencio, clandestinas, se generaban en Latinoamérica. Se preguntaban cómo hacer más visible y tangibles esos lazos que nos unen como naciones hermanas.

Así nació “Llégate. Que aquí es la cosa” una propuesta que se reinventa cada día y que este mes de abril de 2013 se encuentra celebrando su primer año. Estamos muy felices por las cosas que hemos logrado, una de ellas tener interlocutores en Uruguay, Ecuador, Argentina y Venezuela.

Por eso hoy  compartimos estas conquistas contigo, para que las disfrutes, para que nos conozcas, para que nos ayudes a multiplicar la buena vibra y el esfuerzo, con tus amigos, en tu twitter, en el facebook, en los medios de comunicación… donde quieras.

¡Bienvenido a la red! Bienvenido a esta propuesta que te recuerda que Latinoamérica es el lugar, que aquí es la cosa.

Dale un vistazo al material adjunto.
¡Llégate!

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“Comunifilm Producciones”